21 de julio de 1882
El lugar había quedado hecho un asco después de que Carolina despertase en su nueva forma. Varios cuerpos quedaron repartidos por la habitación, entre ellos el de su padre. Había traído a Carolina de entre los muertos y le había entregado su sangre para completar el proceso y solo le quedaba el recuerdo de ver a su pequeña caminar de nuevo. Ya podría dormir en paz. Pero alguien tenia otros planes para el.
Los primeros en entrar en la habitación fueron dos jóvenes de no mas de veinteaños. Tras comprobar la habitación le dieron paso a la persona que venia detrás.
Chico random #1: esta al fondo de la habitación señora.
Solicia: gracias, ahora esperadme en la puerta. Cerrad y que se mantenga cerrada hasta que y salga.
Su pelo rojo ondeaba en el aire con cada paso que daba, cuando encontró el cuerpo de Eduardo, con un grácil movimiento se arrodillo a su lado y puso su cabeza sobre sus rodillas. Le costaba respirar, su vida se escapaba por momentos, la falta de sangre le había dejado mucho mas pálido de lo habitual.
Solicia: oh Eduardo, mira a donde hemos llegado. Varias veces te dije que no siguieses con esto, que dejases a tu hija descansar en paz, pero tenias que seguir. Te metiste en un terreno en el que ni tenias autorización para entrar. La necromancia es algo muy peligroso, bueno que te voy a decir yo que no sepas ya. Shhh shhhh no digas nada. Tu hermano esta bien, se ha quedado en casa con las niñas. Es un buen hombre, no pienso hacerle daño, si me junte con el fue por estar cerca de ti y vigilarte, he visto el futuro, vi lo que ibas a hacer y tenia que poner remedio, no ahora, los planes se hacen a largo plazo y este es un billete con una fecha de caducidad muy larga.
Solicia se toco la barriga, aun no se notaba mas que una ligera curva, pero ahí estaba, el futuro.
Solicia: mejor que nos pongamos a ello cuanto antes - puso sus manos sobre el pecho de Eduardo y en susurros comenzó a entonar una melodía. Su pelo rojo parecía brillar con mas intensidad mientras la estancia se tornaba mas y mas oscura. Para cuando hubo terminado el cuerpo de Eduardo no era mas que un cascaron vacío. Lo poco que quedaba de vida brillaba ahora en el cuerpo que crecía dentro de ella.
Solicia: Ahora haremos que vivas para siempre y puedas enmendar tu error Eduardo.
Y así pasaron los años, el niño creció al lado de sus hermanas, su madre no se separaba de él y le enseñaba todo lo que necesitaba saber.
Con el tiempo la familia se separó, para el resto del mundo todo era algo natural, cosas que pasan, pero para Solicia no era más que un movimiento en el juego. Tras la separación se mudo de ciudad y volvió al hogar materno, con el pequeño y una de las gemelas pelirrojas, la que seguiría sus pasos en el futuro, la otra debería crecer en la ignorancia para que llegado una de sus descendientes pudiese ayudar.
Veiticinco años habían pasado desde aquella noche y Solicia sabia que no le quedaba mucho tiempo de vida, el momento había llegado, Solitude se había convertido en la mujer que había sido su madre, una mujer poderosa y así seria sus hijas, una de ellas heredaría los rasgos de su madre y con ellos todos los recuerdos de sus antecesoras para saber que tendrían que hacer llegado el momento.
El pequeño, ya no era tan pequeño, ahora era un joven muy apuesto y cuyo pelo brillaba con los rayos del sol.
Solicia: Mis niños, ha llegado el momento de deciros adiós y mover mi ultima ficha en el juego. Ambos sabéis lo que debéis hacer. Solitude, confió en ti para que continúes como te he enseñado y se que tu enseñaras a tu hija de la misma manera al igual que ella enseñara a la suya. Tu serás quien haga el ritual ahora. Y tu, mi amor, ya tienes todo lo que necesitas para este viaje, conocimiento, fuerza y valor. Sobretodo valor pues es un viaje de no retorno. Una vez hagas lo que tienes que hacer, tu vida llegara a su fin, aunque volverá. ¿Tienes miedo?
Hijo: No madre, es lo que tengo que hacer y lo haré orgulloso.
Solicia: Pues que así sea.
Y así fue como el hijo de Solicia viajo al futuro para encontrarse con la que sería la madre de su hijo.
